Desde luego, «los pensamientos son cosas», cosas muy poderosas cuando se combinan con la exactitud del propósito, la perseverancia y un imperioso deseo de convertirlos en riqueza, o en otros objetos materiales.
-Napoleon Hill.
La manifestación de un pensamiento tarda exactamente lo que tarde en tener un propósito exacto, cuando más exacto sea su propósito más rápido podrá manifestarse el pensamiento en su equivalente físico. Un propósito es el motivo por el cual te levantas temprano para atender tu agenda diaria, es lo que hace que los problemas los tomes como desafío para seguir adelante, la gente con propósito puede fallar en alcanzar sus sueños pero no falla en seguir intentando por que su propósito lo mueve hacia adelante. Un propósito exacto es más fácil de recordar para acudir a el en tiempos difíciles. Cuando Wiston Churchill, el primer ministro inglés durante la segunda guerra mundial, despues del fracaso de los aliados en hacer frente a la alemania nazi, con todo su ejercito en las playas de Dunkerque esperando ser recogidas para retornar a Inglaterra, despues de ese gran fracaso manifestó lo siguiente: “¿Cuál es nuestro objetivo? Puedo contestar con una palabra: la victoria. La victoria a toda costa, porque sin victoria no hay supervivencia”. La Victoria era su objetivo, la historia de este hombre fue descrita como competitiva. Siempre trataba de ser victorioso. Su propósito siempre fue ganar para su pueblo, no importaban las circunstancias el siempre deseaba ganar para su pueblo. Puedes tener una frase o una palabra que te recuerde para que existes! para que estás vivo! Si la tienes puedes recordar con exactitud tu propósito.
El otro componente del que habla Napoleon Hill en su libro Piense y Hágase Rico es la perseverancia. La perseverancia no se forja cuando todo sale bien y perseveramos, la perseverancia es un músculo que aumenta de tamaño en los momentos más difíciles. En el gimnasio de la mente cada vez que existen tropiesos, fallas, caídas, en ese preciso momento existe la oportunidad de que podamos seguir levantando la mancuerna que estimula el músculo de la perseverancia. Si buscaramos asiduamente en nuestras fallas la mancuerna de volver a intentar, el músculo de la perseverancia empesará a crecer a tal punto y con tanta rapidez que neustra actitud sería recompensada con una plasticidad mental a prueba de fallas internas y externas que siempre dan las circunstancias. Cuando los problemas y errores nuestros o de otros nos perjudican y se multiplican acosándonos como si nos persiguieran, la perseverancia siempre sobrevivirá a la persecución.
Con los primeros factores mostrados por Napoleon Hill, el último factor cae por su propio peso: un imperioso deseo de convertirlos en riqueza. Un sentimiento de sentirse obligado a que se manifiesten en riqueza en cualquier área de la vida no solo en la financiera. Los buenos pensamientos se manifiestan fisicamente cuando estos tres factores se realizan en forma unida y complementaria.